lunes, 9 de abril de 2018

Visita doble a Sorolla: La exposición temporal del Thyssen y su casa

Este sábado día siete de abril, nos hemos reunido en Madrid un grupo de veintitantas personas, para ver la exposición temporal del Museo Thyssen Bornemisza sobre Sorolla, en el que además de los cuadros del maravilloso pintor, le acompañan una serie de vestidos de la época, muy similares a los que aparecen en sus cuadros, si no el mismo.
Nosotros acudíamos vestidos con recreaciones de la época, y a pesar de que el tiempo no nos acompañó, la jornada resultó estupenda.
Lo primero, agradecer a las personas que tuvieron la idea de asistir vestidos de 1900, años arriba, años abajo, a ver esta exposición. A la que sacó las entradas, reservó el restaurante, y quien sacó las fotos.
Las fotografías que pongo, son algunas mias, pero otras pertenecen a otros de los asistentes. Gracias.
Facebook facilitó los contactos, y de esta forma pudieron llegar a muchas personas interesadas en el tema de recreación civil de esta época, de las cuales, no todos podían ir, por distintos motivos, pero que de corazón nos acompañaron.
Espero que esta iniciativa sea el germen para otros encuentros futuros.
No hay muchas recreaciones civiles en España del siglo XIX y principios del XX. Sí hay más recreaciones militares, a las que nos acoplamos en algunas ocasiones, esperemos que poco a poco vayan proliferando iniciativas como esta para que podamos reunirnos.
Hemos sido personas de distintos grupos, asociaciones, otros de forma individual, los que nos hemos reunido en esta jornada, en la que creo hemos disfrutado todos. Espero no dejarme a nadie en el tintero. Estábamos gente de Anacrónicos, Luz y color del 900, Nautilus, Club fin de siglo, Sociedad Victoriana Augusta y otros.
Teníamos la entrada al Thyssen, a las 12 de la mañana. Así lo hicimos. Fuimos llegando poco a poco.
Lástima que por la lluvia no pudimos hacernos casi ninguna foto en el exterior.
La acogida por parte de los visitantes "normales" de la exposición fue estupenda, todo el mundo quería hacernos fotos o bien hacérsela con nosotros.
Muchos de ellos preguntaban si formábamos parte de la exposición. Si estábamos allí para dar ambiente, si nos tenían contratados los del Museo, etc, etc.
Dimos todas las explicaciones, nos hicimos fotos con todos los que lo solicitaron, y sobre todo, disfrutamos de los cuadros y de los vestidos de la exposición que eran, son, maravillosos.
Acabada la visita nos dirigimos al restaurante que habían escogido, y que me pareció un acierto, por la situación y el sitio en si.
Por la tarde teníamos entrada para El Museo Casa de Sorolla a las 6 de la tarde. 
Llegamos con antelación, (y yo que hice el recorrido en bus, en vez de andando, como la mayoría, pues una de las personas que me acompañaban tenía los pies algo doloridos), pudimos disfrutar del jardín de forma reposada y con poquita gente.
Hace poco que había estado con mi familia en este museo, y con guía incluida, así que tenía fresca en mi memoria la casa, las estancias y algunas de las obras. Pero sobre todo las explicaciones de la guía..

Así que en esta ocasión disfruté de la compañía, más que otra cosa, y de la primera planta, que al igual que en el Thyssen, estaban acompañados los cuadros de vestidos de la época, pero en esa planta no se podían hacer fotos.
Aquí nos despedimos del resto, pues mis acompañantes, mi hija y su amiga, no son recreacionistas, y aunque resistieron todo el día, y hasta creo que disfrutaron, lo hicieron más por mi, que por interés suyo.
Trato de inculcar y meter en mi hija, el gusanillo de la recreación, del amor por la historia, por la indumentaria, las costumbres de nuestros antepasados, pero de momento no lo he conseguido. Esperemos que algo quede.
Me hizo mucha ilusión que vinieran conmigo, por ver si poco a poco se va despertando ese gusanillo que todos los recreadores llevamos dentro, y que una vez que aparece solo crece y crece, nunca va a menos, y también porque el traje que ella llevaba se había cosido para Ribadeo indiano del año pasado, pero al final, no nos acompañó, y me lo puse yo un día para darle aire, aunque corresponde a una jovencita que ya no soy.
En estas fotos les enseño algunos de los detalles en la indumentaria de los asistentes.
El traje de su amiga también lo he mostrado ya en el blog, y lo he puesto en dos o tres ocasiones.
Les llevaba todo, desde los pendientes a las enaguas, pero como no tenía corsés para ellas, les llevé fajas enteras de una talla mínima, de los años sesenta y que compré en el rastro, a estrenar, y que no eran capaces de subir de las caderas para arriba. No es lo mismo que el corsé, pero las constriñe, y las hace ir más derechas, y la figura se asemeja más a la que vemos en las imágenes de la época.
Ponérselas fue un número, y quitárselas casi, casi. Juraban que nunca más. Se verá.
Resumen del día: me merecieron la pena los 700 Kms, el gran maletón con trajes, sombreros, sombrillas, complementos, ropa interior, etc.
Y sobre todo me mereció la pena la compañía, de mi hija y de todos los demás asistentes.




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