Para comenzar el año les mostraré las fotos de una representación que hicimos poco antes de Navidad convocados, dirigidos, animados y todo lo que se les ocurra, por Javier Emperador, alma de esta representación.
Aunque el fin que yo pretendo es que vean ropa tradicional de montaña leonesa, pero que bien se puede extender a otras zonas, y que tal vez les pueda servir de inspiración para aquellos recreadores que asisten a eventos con ropa de este tipo.
Es lo que a mi me sucede cuando vamos a batallas napoleónicas, en las que evidentemente los protagonistas son los soldados y los mandos, pero en las que nosotras encajamos como aguadoras, o personal de a pie, del pueblo, que a veces se unía y seguía a los ejercitos.
En la representación se pasaba por cantos de ronda, boda, ramo de novia, jotas y otros bailes. Era mucho más que una exposición de las danzas típicas de una zona, ya que también los deportes tuvieron un sitio y fue una de las cosas que más gustó a los asistentes con la "lucha leonesa" en el escenario.
Javier cuidó mucho todo lo relacionado con la indumentaria, desde el calzado, donde algunos salíamos con madreñas o galochas, albarcas y otros, hasta la joyería de las mujeres.
Aunque el fin que yo pretendo es que vean ropa tradicional de montaña leonesa, pero que bien se puede extender a otras zonas, y que tal vez les pueda servir de inspiración para aquellos recreadores que asisten a eventos con ropa de este tipo.
Es lo que a mi me sucede cuando vamos a batallas napoleónicas, en las que evidentemente los protagonistas son los soldados y los mandos, pero en las que nosotras encajamos como aguadoras, o personal de a pie, del pueblo, que a veces se unía y seguía a los ejercitos.
En la representación se pasaba por cantos de ronda, boda, ramo de novia, jotas y otros bailes. Era mucho más que una exposición de las danzas típicas de una zona, ya que también los deportes tuvieron un sitio y fue una de las cosas que más gustó a los asistentes con la "lucha leonesa" en el escenario.
Javier cuidó mucho todo lo relacionado con la indumentaria, desde el calzado, donde algunos salíamos con madreñas o galochas, albarcas y otros, hasta la joyería de las mujeres.
Nada se le escapó a sus minuciosos repasos de cada uno de los presentes.
Si se fijan, las sayas de las mujeres, en paños, estameñas y bayetas, fundamentalmente, son de colores oscuros, sufridos, para el trote diario. Largas, cercanas a los tobillos, y como mucho una cuarta por encima de ellos en alguien alto. En las bajitas, mas vale tirar hacia el tobillo, que hacia la rodilla.
No tan largas como las de las señoras de las clases altas, que en esos momentos eran hasta el suelo, pues llevarlas un poco más cortas facilitaba el movimiento, que no se mancharan de tierra o barro, y su amplitud les daba libertad para las faenas cotidianas que eran muy numerosas en una mujer de campo.
Es en el torso donde los colores fuertes toman posesión de los tejidos, y los pañuelos se tornan floridos, estampados, y todos los colores del arcoiris se pueden ver en ellos.
Los pañuelos de hombros en este caso son de palma o mil colores.
Al busto camisas con justillos, o chambras.
Pañuelos de cabeza atados arriba, más o menos adelantado el nudo, pero sobre la frente, no a media cabeza, ( me refiero al borde del pañuelo), como se ve frecuentemente en algunas mujeres actuales que tratan de recrear.
La inmensa mayoría de las fotos son de "Regionales Rosa", que amablemente nos las cedió a todos los participantes, ya que al estar muy oscuro, las que sacaron el resto de la gente quedaron bastante mal.
Los mandiles son amplios, cubren toda la delantera, y largos. La mayoría en algodones. Por sencillos que sean muchos de ellos tienen algún adorno.
Pueden ver diversos calzados y medias, y si amplían algunas de las fotos, se aprecian las faltriqueras, que son bolsillos externos, que en el lado derecho, servían para guardar algunas cosas, y en los que las mujeres volcaban sus habilidades costuriles o bordadoras.
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